Un urbanismo para ciudadanos del mundo
Jordi Hereu considera que Barcelona es una ciudad muy paseable. Esto no sólo significa que hayan hecho accesible la vía pública, sino que el mercado, las escuelas, el teatro, el parque… están cerca. Es decir, que se conforma de barrios policéntricos, autosuficientes.
“Yo creo en las ciudades de mixtura, donde hay una autoconcentración y mucha capacidad de funciones en los barrios. Yo creo en el urbanismo humanista”, señala.
Además, menciona que cuando una ciudad tiene que utilizar el coche para realizar diversas funciones es un fracaso colectivo. Para empezar, porque no cumplirá lo pactado internacionalmente en el Acuerdo de París.
“Por mucho que los Estados firmen acuerdos, no hay sostenibilidad si no se construye desde la base urbana. O sea, si Barcelona o Ciudad de México no cumplen, entonces ni España ni México cumplirán los Acuerdos de París porque las cosas se construyen en la realidad, no en los tratados. Pero no sólo con nuevas energías mejoraremos las cosas, es también un modelo social”, manifiesta.
Por esa razón, Hereu piensa que detrás de los fondos Next Generation y el Green New Deal europeo está el cumplimiento de la agenda climática con todos los elementos de digitalización.
En este punto, indica, los datos juegan un papel fundamental. De ahí la necesidad de que estos le pertenezcan a los ciudadanos y estén siempre al servicio de un proyecto, no de un partido político o corporación.
“En este mundo en competencia sé que la democracia tiene un cierto descrédito, porque hay otros sistemas que son teóricamente más eficaces. A pesar de los problemas, me reafirmo en los valores democráticos como los más eficaces, sin ninguna duda”, apunta.
Como presidente de Idencity, una empresa fundada para ayudar al proyecto colectivo de ciudades, a Jordi Hereu le resulta fascinante el diálogo entre gente que vive en continentes diferentes. Ve en el municipalismo una de las grandes formas de universalismo.
“Los ciudadanos en las ciudades somos ciudadanos del mundo. Tenemos nuestras banderas y nuestras nacionalidades, pero los retos de un ciudadano de Ciudad de México son los retos de un ciudadano de Quetzaltenango, de Madrid, de Barcelona y de Washington. Y esto unifica mucho las visiones. Por eso creo mucho en el municipalismo”, opina.
Así, Jordi Hereu nos revela una Barcelona que logra ser un laboratorio de innovación digital debido a que antepone el bien social a la tecnología. En dicha ciudad se vive bien porque los barrios son autosuficientes y la movilidad sirve al interés común. Gran parte de su éxito económico radica en que ha sabido combinar lo global con lo local; en ser una ciudad que apunta al futuro valorando su pasado.