Por STAFF ENTORNO Y FUTURO | 1/6/2022
Las problemáticas que enfrentamos como sociedad son de tal magnitud, que se piensa que las soluciones tienen que ser de la misma grandeza. Sin embargo, todos podemos ser agentes de cambio y llevar a cabo acciones que, aunque parezcan insignificantes, son necesarias y tienen un fuerte impacto.
De hecho, si cada uno de nosotros contribuyéramos con nuestro entorno, estaríamos frente a otra realidad; una mucho más amable sin duda. De ello habla Carolina Nieto Cater, directora ejecutiva de Ashoka México, Centroamérica y el Caribe.
“Dadas las circunstancias del mundo, nos van rebasando las problemáticas. A pesar de que el gobierno trabaja por un lado, las empresas por otro, las organizaciones civiles por otro, vemos que el mundo no va a cambiar si no cambiamos todas y todos”, comenta.
“En ese sentido, desde la niñez hay que impulsar las herramientas y habilidades que nos hagan salir de esta resignación, donde esperas que sean otros los que cambien las cosas. Entonces, le damos a la gente herramientas, espacios, vinculamos sectores, los invitamos a que puedan participar en espacios de colaboración para cambiar realidades específicas. Ahí incluimos desde niños hasta adultos mayores”, agrega.
Carolina Nieto fue seleccionada por Ashoka en 2004. Esta organización que impulsa el emprendimiento social, durante más de 40 años ha realizado un proceso muy riguroso para seleccionar emprendedores. Actualmente suman casi 4 mil en 95 países.
“El emprendimiento arranca como iniciativas que impulsan negocios, donde lo principal es la rentabilidad. Y ahí lo que comienza a pasar es que van girando hacia el tema de organizaciones civiles. O sea, los emprendimientos sociales tienen el foco en lo ambiental, lo social y, desde luego, la rentabilidad, pero a la par. Lo que estamos haciendo ahora es que, junto con esta red de emprendedores sociales, podamos impulsar que todos seamos agentes de cambio”, explica.
Sin lugar ni tiempo para la resignación
La urgencia de hacerle frente al cambio climático, tanto en naciones ricas como de escasos recursos, presenta una paradoja. Por un lado, el tiempo no perdona y cada día es vital para lograr que la temperatura no suba más de 1.5 grados de aquí a 2030. Por otro lado, una visión realista suele tener tintes catastróficos y provoca que mucha gente piense que ya no se puede hacer nada.
Asimismo, en todo el mundo está arraigada la creencia de que son los gobiernos, las grandes empresas o las asociaciones civiles los que deben actuar. Existe la idea de que está en sus manos, y no en las de nadie más, solucionar los problemas.
Por si eso fuera poco, los problemas que enfrentamos a nivel global van mucho más allá de cuestiones ambientales. Pobreza, desigualdad, inseguridad, epidemias… no dejan mucho lugar para el optimismo. Sin embargo, éste también se puede y debe combatir.
“Veo dos contextos muy fuertes. Una cultura religiosa católica que te dice así es la vida, tómala como llega y súfrela; es lo que te toca. Y hay otro que tiene que ver con los gobiernos asistencialistas, que en lugar de educarte te dan. Entonces van haciendo una cultura de gente que dice: alguien que venga y me solucione”, argumenta Carolina Nieto.
“Pensamos que los problemas se tienen que resolver de la barda para afuera, porque lo mío es de la barda para adentro. No hay un sentido de bien común. Es esta cultura de que todo es muy difícil y si te metes a hacer cosas la gente te dice que para qué te complicas. Entonces hay que hacer un gran trabajo para cambiar la actitud, la postura frente a la vida”, añade.
Ser parte de los cambios sistémicos y la innovación social
Cuando la gente empieza a hacer cambios el impacto es increíble. Por ello, separar la basura, ahorrar agua, cuidar las plantas es tan importante como las políticas verdes de una empresa.
“Todos podemos ser agentes de cambio. Algunos tienen retos mayores, dependiendo de las circunstancias. No es lo mismo para un chico que sabe leer y escribir, que para uno que no. Sin embargo, yo tengo la experiencia de ver jóvenes de zonas muy vulnerables que, precisamente por la vulnerabilidad, se han metido hacer cambios bárbaros”, dice Carolina Nieto.
Pero una cosa es irrefutable: si queremos cambiar realmente una realidad, es necesario trabajar con todo el sistema que afecta dicho entorno. Por ello, desde hace años Ashoka trabaja el cambio sistémico, mediante la iniciativa Change Makers Everywhere Academy.
“Ashoka hace programas que te guían en cómo mirar el sistema que quieres cambiar. Cómo identificar a los actores y el cambio de mentalidad que se requiere. Cómo pensar en políticas públicas que afianzarían los cambios. Es decir, te va guiando para que diseñes tu propio plan de trabajo”, indica.
Esto quiere decir que si alguien trabaja con mujeres artesanas no basta con enseñarles a mejorar sus productos y venderlos. Un cambio verdadero requeriría hablar con las empresas que les compran porque las condiciones comerciales son abusivas.
También implicaría ir al SAT para ponerse al corriente con sus impuestos, hacer alianzas con mujeres de otras organizaciones civiles, y hasta cambiar la mentalidad del consumidor que quiere comprar barato lo hecho a mano.
“El cambio sistémico siempre es a muy largo plazo y complicado. Pero si tienes perfectamente claro hacia dónde te tendrías que mover, entras a la innovación social. Te vuelves más innovador en la búsqueda de posibilidades distintas para entrar a la problemática e irte a lo profundo”, asegura.
Los agentes de cambio colaboran y ejercen un nuevo liderazgo
Desde el punto de vista de Carolina Nieto, el mundo ha cambiado también en el tipo de habilidades necesarias en un trabajo. Por ejemplo, actualmente se requiere tener empatía para poder relacionarte con la diversidad.
Otra habilidad imprescindible, aclara, es trabajar en equipos de equipos. Ello implica impulsar la cultura de la colaboración. Además, exige compartir el liderazgo.
“Tenemos que pensar en liderazgos donde yo destaco porque soy muy buena en una cosa, pero tú destacas en otra y los dos nos ayudamos”, advierte.
Así, Ashoka promueve la colaboración en la sociedad. Como un coro donde todos deben cantar igual porque si una voz destaca, éste se arruina.
“La desigualdad entre la gente que puede moverse en este mundo incierto, activo, cambiante, con tecnología, y los que no es bárbara. Por eso necesitamos que desde todos los sectores los jóvenes se vean como agentes de cambio. Para nosotros ese es el foco y nos metemos mucho en las universidades, en las preparatorias, con organizaciones”, observa.
Nieto propone repensar qué es el éxito. Porque éste nos hace “correr” hacia un estilo de vida que no necesariamente es lo que queremos. Repensar qué es ganar y qué obtenemos con el consumismo es otra tarea.
“Son temas muy profundos, porque te invitan a cambiar creencias muy hechas. En ese sentido, tenemos que ayudar a que los jóvenes sean quienes traigan nuevas respuestas. Los emprendedores sociales ponen a los jóvenes a cargo de muchas cosas, precisamente porque ellos traen otra manera de hacerlo, y eso es lo que nos va a ir ayudando a darle la vuelta”, afirma.
¿Qué sigue? Ir por un futuro radicalmente nuevo
Ashoka, que significa ausencia de tristeza, también pretende contribuir en las personas, instituciones y, sobre todo, en un futuro radicalmente nuevo a partir de la iniciativa Next Now.
Para ello, los emprendedores sociales que integran dicha organización eligieron cuatro temas prioritarios. Cambio climático y equidad de género, entendido no sólo entre hombres y mujeres, sino de manera más amplia, son dos de ellos. También están tecnología para el bien común y longevidad. Este último porque se trata de lograr que las personas sean agentes de cambio a lo largo de toda su vida.
De acuerdo con Carolina Nieto, si se logran cambios en estos temas, se pueden empezar a generar cambios en muchos otros. Entonces, en cada temática unen emprendedores sociales, agentes de cambio de todo tipo, como jóvenes, organizaciones sociales, expertos y universidades, y crean una comunidad que piense en una nueva narrativa.
“La nueva narrativa se refiere a las creencias que tenemos que cambiar sí o sí profundamente. Un poco como hicimos con el cambio del cigarro o el cambio en la natalidad. ¿Cómo hacemos una narrativa que, independientemente de que cada quien siga con sus causas y sus maneras de trabajar, nos ayude a acelerar el impacto?”.
Algunas temáticas van avanzando más que otras, pero ha sido un reto hermoso. Impulsar el cambio en una temática la hace más concreta para que la gente sepa cómo hacerle. Estamos también impulsando en Latinoamérica migración y democracia, y terminaremos haciendo salud”, señala.
De esta forma, convertirnos en agentes de cambio es trabajar en cuestiones positivas para la sociedad que queremos ser. Se trata de ir hacia adelante, con una visión clara del futuro. Y esta actitud frente a la vida no es ingenua, como muchos piensan, pues se trata de tener el valor para reconocer los problemas y la fuerza para concentrarnos en soluciones innovadoras.