Por STAFF ENTORNO Y FUTURO | 1/6/2022
Cuando la ciudad donde vives no hace sino recordar lo dura que es la vida, necesita soluciones enfocadas en el aspecto humano que la hagan más fácil, atractiva y confortable. Esa es la propuesta de David Sim en su libro Ciudad suave, presentado en México el pasado mayo.
Para este arquitecto escocés, que se desempeña como experto en urbanismo en el prestigioso estudio Gehl, lo suave tiene que ver con el hecho de que los habitantes de una ciudad puedan abrazarla y encontrar en ésta su espacio.
Por lo tanto, una ciudad suave implica promover la diversidad y la convivencia, así como aumentar formas urbanas de uso mixto basadas en caminar y andar en bicicleta. Es el contrapunto de una ciudad inteligente que exige tecnología cara.
Se trata, dice Sim, de buscar soluciones de bajo costo que resuelvan el día a día de la gente, como tomar el autobús o cruzar una calle, sin necesitar una app para ello.
“El sueño americano es la pesadilla mexicana: la torre, el centro comercial, tener cinco autos... Sin embargo, México tiene muchas cosas a su favor para desarrollar ciudades suaves”, apunta.
Entre ellas, Sim menciona el clima, que permite el crecimiento de la vegetación y, con ello, gozar de su efecto refrescante, así como tener espacios abiertos en los edificios. O los taqueros en las banquetas, ya que las vuelven una plataforma económica y ayudan a que los peatones se sientan seguros.
El vecindario es un estado mental y base para la salud pública
Inspirado por el arquitecto danés Jan Gehl, el portafolio de estrategias y diseño urbanos de David Sim abarca desde las Tierras Altas de Escocia hasta los lagos de la Patagonia, los suburbios de Melbourne y el centro de Tokio.
“El vecindario es un espacio y un estado mental. Malmö, en Suecia, es un barrio residencial pero tiene una atmósfera vacacional por su ambiente. No hay tráfico, es segura y los vecinos se conocen. Niños, adultos, gente en silla de ruedas de todas las etnias se sienten bienvenidos en el mismo espacio”, comenta.
Por ello, en un mundo que también enfrenta pandemias relacionadas con el estilo de vida (obesidad, problemas cardiacos, diabetes, soledad), el urbanismo ofrece soluciones.
“Una ciudad suave es salud pública. Si le preguntas a un cirujano cuáles son las bases de la salud te dirá que aire fresco, hacer ejercicio y conocer gente. Por esa razón, el secretario de Salud en Escocia decidió gastar el presupuesto para salud pública en espacio público”, indica Sim.
Ya que el vecindario es el núcleo donde las personas se relacionan con el planeta, con el propio barrio y con otras personas, la tarea de los arquitectos es promover la sustentabilidad ambiental, económica y social.
Esto se puede lograr en cualquier sitio. Sin romantizar la pobreza ni minimizar la inseguridad, las favelas brasileñas, por ejemplo, pueden aprovechar el hecho de ser construidas alrededor de las personas. Por tal motivo permiten el contacto con los vecinos y tienen una amplia oferta de negocios locales.
En una ciudad suave el entorno se vuelve altamente valioso
David Sim, que ha enseñado arquitectura en la Universidad de Lund, en Suecia, propone construir vecindarios acomodando la densidad y la diversidad en el mismo lugar. El objetivo es vivir localmente.
Un edificio diseñado con tiendas, oficinas y departamentos, afirma, genera diversidad. Y poner especial cuidado en la planta baja hace la diferencia.
“Cuando construyes un edificio y dejas libre un espacio en medio logras mucho. Se vuelve muy atractivo porque aun dentro de la ciudad tienes un lugar tranquilo y seguro, que compartes con los vecinos. En segundos los niños bajan al patio, tienen amigos con quienes jugar y hay muchos padres que pueden verlos. El patio o corazón de manzana es uno de los espacios con mayor valor”, especifica.
Además, asegura que es más barato construir edificios de cuatro o cinco pisos que de 20 y, sin embargo, brindan la misma densidad. Para muestra Barcelona, que es una de las ciudades con mayor densidad y no tiene torres. O París, que es dos veces más densa que Nueva York y tampoco tiene rascacielos.
“Los desarrolladores deben reconocer que no es divertido ser rico en un país donde te da miedo salir. La gentrificación nos está diciendo que los ricos quieren vivir en vecindarios caminables; bajarse de sus autos costosos y de las torres, y ser parte de la comunidad. Eso es positivo para la democracia. Además, crea una nueva aspiración. Ser exitoso ya no es poseer una mansión y cinco autos, sino vivir en un departamento y que tus hijos caminen a la escuela”, sostiene Sim.
El problema, advierte, es el inventario de lugares caminables. Al no haber suficientes, para que nadie sea desplazado urgen más banquetas amplias, árboles e intervenciones en espacios públicos. Todo aquello que le da valor a una ciudad suave.
El valor de la cercanía para una movilidad de tres minutos
Desde el punto de vista de David Sim, la movilidad urbana es movilidad social. Al dirigirnos hacia un destino conectamos con espacios y personas. Además, el transporte público permite aprovechar cada minuto de la espera o el traslado.
“Mi imagen de democracia no es la votación sino ir en un autobús con extraños. En el espacio público tienes encuentros con lo diferente. La movilidad empieza en la puerta de tu casa, por ello tenemos que pensar en transporte orientado al vecindario”, recomienda.
Ya que caminar es la forma de transporte más responsable, el proyecto favorito de Sim en Copenhague es la banqueta que continúa a través de las calles. Eso significa que cuando caminas no tienes que detenerte en cada esquina; son los autos los que esperan para poder cruzar.
“Es un pedazo de concreto, pero es una máquina del tiempo: una caminata de siete minutos se transforma en una de cuatro minutos. Y los niños pueden ir solos a la escuela, porque no cruzan calles. Cambia la forma en que vives la ciudad y le ayuda al sistema económico, pues si pasas por una panadería te toma segundos detenerte para comprar pan”, puntualiza.
Aunque se habla de ciudades de 15 minutos, para este urbanista una ciudad suave debe permitir tener acceso a todas nuestras necesidades esenciales en tres minutos. La cercanía es un valor tan fundamental, que se deben reunir en un solo lugar la mayoría de las actividades que componen la vida cotidiana.
“El tiempo es muy preciado. No importa cuánta preparación o dinero tengas, tienes 24 horas al día. Si tienes suerte duermes ocho horas y trabajas ocho. De las ocho horas restantes, si pasas tres en el tráfico te queda muy poco para leerle a tu hijo o hacer lo que te gusta”, observa.
El clima es el mejor amigo de la sociedad
David Sim lideró el plan de rehabilitación del centro de Christchurch, Nueva Zelanda, tras el terremoto de 2011. Con esa experiencia, descubrió que los desastres nos enseñan a trabajar juntos.
“Fue muy interesante. Era una zona de clase media y de repente, gente que estaba muy cómoda en sus casas, se quedó sin agua; tuvo que compartir el baño con toda la calle. Uno pensaría que la gente lo odió, pero lo que en realidad pasó fue que se formó una nueva comunidad. Entendieron el valor de ser vecinos y hacer cosas juntos”, relata.
Ante la urgencia del cambio climático es necesario conectar mejor a la gente que vive puertas adentro con lo que está fuera. Así, aumenta su conciencia sobre los elementos de la naturaleza.
“La gente se conecta con el planeta siendo amiga del clima. No existe el mal clima, sino ropa inadecuada. Incluso podemos construir nuestro propio clima sin necesidad de energía”, declara.
En una ciudad suave, estos microclimas se pueden crear con sombras y soluciones sencillas como arcadas, terrazas y balcones.
“Una de las intervenciones más baratas que se pueden hacer son los balcones. Te dan aire, luz del sol, te conecta con tus vecinos, te da esperanza. Deberíamos tener una regla: no debe haber ningún departamento sin balcón”, insiste.
Sin embargo, toda decisión es más eficiente cuando se toma a nivel local, porque responde al contexto social y económico preciso. Un ejemplo es la solución por la que optó Copenhague para evitar inundaciones.
“En un principio pensaban construir ductos y un sistema de bombeo carísimos. En vez de eso, invirtieron en espacios públicos flotantes, capaces de absorber el exceso de agua. Es una gran solución, más barata, y le da a la comunidad una gran amenidad porque las calles se mantienen verdes”, explica.
Ciudad suave, un libro de cabecera para las ciudades del futuro
De acuerdo con David Sim, todo proyecto urbanístico debe ser una combinación de hardware (lo que se construye) y software (legislación, finanzas, planeación). El gobierno y las organizaciones civiles deben trabajar juntos. El problema en México es que cuando el gobierno cambia, todas las autoridades se renuevan y no hay continuidad.
“Necesitamos que la planeación urbana no se convierta en una ficha política, sino en un plan maestro transexenal —señala Zara Sanpp, coordinadora de CoRe Ciudades Vivibles y Amables, asociación que tradujo al español el libro Ciudad suave—. Se requieren puestos técnicos, donde las personas que están ahí trabajando puedan alcanzar ciertos objetivos sin importar quién esté en el gobierno”.
Desde su punto de vista, en todo el país se ven cambios urbanos positivos. Tan sólo en Veracruz, por ejemplo, Xalapa ya tiene una ciclovía permanente mientras que Orizaba está avanzando en hacer más calles peatonales en el centro.
Para ello, enfatiza, se necesita trabajar en un cambio de mentalidad. Que los desarrolladores apuesten por proyectos sin cajones de estacionamiento o con huertos urbanos para captación de agua, y que los bancos otorguen préstamos para ese tipo de desarrollos.
“Este libro no es un recetario sino una lista de ingredientes. Puedes escoger cuáles funcionan para que los integres en tus proyectos. Como David dice, no es un dogma. Yo entiendo que nuestro contexto es complicado, pero es importante no caer en que es imposible hacer las cosas porque sí se puede”, concluye Snapp.
En ello coincide Rubén Segovia, director del programa de Maestría en Arquitectura y Diseño Urbano del Tec de Monterrey.
“El libro de David Sim explica cómo trabajar con los desarrolladores, cómo hacer sinergias. Es un tema de diálogo y de afrontar las realidades que estamos viviendo. Tenemos que pensar cómo diseñamos estos espacios que nos pide la legislación para ser híbridos y que puedan cambiar a través del tiempo. La ciudad es posible para todas y todos solamente si la creamos todas y todos”.
En Ciudad suave una densidad a escala humana, con edificios de cuatro o cinco pisos y corazones de manzana, que favorecen la convivencia y están rodeados de calles completas, caminables e inclusivas, conforman soluciones para hacer la vida urbana menos dura. Para lograr, a bajo costo, las ciudades que necesitamos.