Por STAFF ENTORNO Y FUTURO | 03/10/2022
Bien planificada y gestionada, dicen los expertos, la urbanización puede ser un gran instrumento de desarrollo sostenible. De esta forma, las ciudades mexicanas, como las del resto del mundo, tienen el potencial para ser espacios en los que se goce de igualdad de derechos y acceso a beneficios y oportunidades.
Esto implica establecer normas y principios para la planificación, construcción, desarrollo, gestión y mejora de las zonas urbanas. Si estas medidas se gestionan a nivel local será más fácil alcanzar los objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, de acuerdo con ONU Hábitat.
Por ello, Actuar local para ser globales es el lema del Día Mundial de las Ciudades, que se celebra el 31 de octubre. Una fecha que subraya las posibilidades de la urbanización para lograr ciudades más incluyentes, diversas y sostenibles.
Así, la Nueva Agenda Urbana propuesta por la ONU contempla como prioridad proporcionar servicios básicos a todos los ciudadanos. Entre ellos, vivienda, agua potable, saneamiento, alimentos nutritivos, salud, educación, cultura y tecnologías de la comunicación.
El ideal urbano habla de ciudades más limpias y mejor preparadas para reducir el riesgo e impacto de desastres naturales. Ser libres de discriminación y respetuosas de los derechos de refugiados, migrantes y desplazados, son otras de sus características.
Toda ciudad que desee hacerle frente a los desafíos urbanos en un futuro próximo también debe promover espacios públicos seguros. Por esta razón, crear más aceras, carriles para bicicletas, plazas y parques debe estar en las agendas de desarrollo urbano.
Las ciudades mexicanas necesitan vivienda asequible
En las ciudades del mundo, la vivienda se ha encarecido a precios prohibitivos. En la Ciudad de México, por ejemplo, el precio promedio de los departamentos nuevos pasó de 1 millón de pesos a 3.5 millones en la última década, según estimaciones de la consultora inmobiliaria Softec.
Por otro lado, la capital mexicana necesita cada año 120 mil nuevas viviendas, pero sólo se construyen 40 mil. Sin embargo, no se trata únicamente de construir más, sino de edificar viviendas dignas, en un esquema incluyente que beneficie la calidad de vida.
“Los incrementos del valor del suelo se han disparado en zonas céntricas donde existe mayor demanda y, por tanto, menor oferta. Y la vivienda en renta es cada vez mayor. En la Ciudad de México, cerca del 50% de los dos y pico millones de viviendas que hay son en renta”, comenta Gustavo Gómez Peltier, gerente de la Dirección de Urbanismo Ciudadano para la región Ciudad de México del Tec de Monterrey.
Ya que la gente quiere vivir en zonas bien ubicadas, las nuevas generaciones están dispuestas a habitar viviendas pequeñas mientras éstas sean céntricas.
Un caso de éxito en cuanto a vivienda asequible es Viena. En esta ciudad las rentas son sorprendentemente bajas porque cada año la ciudad invierte 600 millones de euros en viviendas sociales. En comparación, Alemania invierte 400 millones de euros en todo el país, aun teniendo una población 45 veces mayor.
En México, durante las próximas tres décadas se construirán 475 mil viviendas nuevas al año. Ello hará que el parque habitacional pase de 28.5 millones en 2010 a 42.7 millones en 2040. Una gran oportunidad para alcanzar una mayor calidad de vida en conjunto.
Ciudades densas y compactas en el horizonte
Queremos ciudades con vivienda asequible en zonas céntricas, pero ya no hay lugar suficiente para construirlas.
Una solución, entonces, es compactar las ciudades. Las urbes densas ofrecen mejores y más accesibles servicios porque es menos costoso llevar agua, electricidad y drenaje a 144 departamentos en dos cuadras, que a 144 casas en 12 cuadras.
Además, en una ciudad compacta la gente se traslada menos kilómetros para llegar a su destino, y puede hacerlo sin vehículo particular.
“Estuvimos durante muchos años en un proceso de expansión urbana muy grande y grave. Un proceso que implica inversiones en infraestructura que la propia expansión no puede sufragar. Es más eficiente hacer un modelo de compactación de ciudad que uno de redinsificación y altura. No existe una densidad óptima; ésta es un tema económico y de eficiencia para la sostenibilidad”, explica Gustavo Gómez.
Sin embargo, no se trata simplemente de poner a más gente en menos terreno, porque se corre el riesgo de vivir hacinados. Tampoco es cuestión de construir muchos espacios pequeños.
El objetivo es que las viviendas convivan con escuelas, oficinas, servicios de salud, parques, restaurantes, gimnasios y todo lo que necesitamos en nuestra vida cotidiana.
No obstante, Latinoamérica es la región con las ciudades menos densas. De hecho, la densidad urbana en las ciudades mexicanas se ha ido reduciendo. Un ejemplo: entre 1980 y 2010, la Zona Metropolitana del Valle de Toluca creció tres veces en población, pero 27 veces en extensión territorial.
El aumento en las distancias de traslado al interior de las ciudades ha llevado a que familias mexicanas gasten hasta 25% de sus ingresos en transporte. Esto ha contribuido a que en México haya 5 millones de viviendas deshabitadas, la mayoría en zonas periféricas.
“El que ya no tenga que transportarme tanto me implica un ahorro. Y este ahorro lo traslado a actividades económicas como comercio, servicios y educación”, señala Gustavo Gómez.
Las ciudades compactas también son un mecanismo para combatir el cambio climático. En Houston, con 15 habitantes por hectárea, el consumo de gasolina por persona es ocho veces más que el de Viena, con 140 habitantes por hectárea.
Además, este tipo de urbes permiten que personas con diferentes contextos convivan en los mismos espacios públicos.
Por todo ello, densificar ciudades de forma inteligente puede mejorar significativamente la calidad de vida. Ese es el verdadero espíritu de la ciudad.
Lo urbano ante el cambio climático
Estudios científicos insisten en la urgencia de reducir las emisiones contaminantes, especialmente dejando de quemar combustibles fósiles. Asimismo, señalan la importancia de adaptar nuestras ciudades al cambio climáticos.
En Baja California, por ejemplo, los cucapá han enfrentado temperaturas de hasta 51 grados en los últimos años. La BBC incluso ha documentado que en esta región ahora hay más muertes por olas de calor.
Este fenómeno le cuesta a Estados Unidos 100 mil millones de dólares al año, debido a las pérdidas que provoca en la productividad.
Debido a tanto concreto, en las ciudades se da el efecto isla de calor. Por esta situación, algunas ciudades han decidido recubrir sus paredes e infraestructura con vegetación. Saben que un vecindario verde tiene una temperatura hasta 6 grados más baja que un vecindario sin vegetación.
En esa misma línea, Nueva York y Sídney están cambiando a techos claros para reflejar los rayos solares.
Otra amenaza para las ciudades son las inundaciones por el aumento del nivel del mar o por lluvias intensas. En 2021, fallecieron 17 personas y 10 mil más fueron evacuadas por inundaciones en Tula, Hidalgo.
Este año, la cantidad de agua que suele llover en dos meses, cayó en tan sólo un par de días en zonas de Bélgica y Alemania, causando estragos.
Aunque ante el aumento del nivel del mar una estrategia es construir grandes muros de contención, Países Bajos ha innovado creando parques hundidos. Hacia ellos redirigen el mar cuando éste se eleva.
Ya que una cuarta parte del territorio de dicha nación está por debajo del nivel del mar, incluso sus cocheras se están convirtiendo en depósitos de agua de emergencia.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, 98% de las metrópolis chinas sufren inundaciones regulares, por lo que su gobierno está construyendo ciudades esponja. Es decir, urbes con suelos que permiten la filtración del agua y la dirigen a jardines, estanques o al subsuelo.
Suelos permeables y recolección de agua de la lluvia son estrategias para combatir dos amenazas en las ciudades mexicanas: las sequías y el desabasto.
Ciudades inteligentes en países en desarrollo
Las tecnologías alrededor del concepto de ciudades inteligentes tienen un gran potencial para mejorar la vida de la gente.
Por ejemplo, para tomar mejores decisiones debemos de estar mejor informados. Y precisamente las nuevas tecnologías nos permiten acceder en tiempo real a lo que sucede en nuestro entorno.
Eugenio Riveroll, CEO de Dat’s Why, asegura que en los últimos dos años hemos generado más datos que en toda la historia de la humanidad anterior. Esa información debidamente procesada nos ayuda a entender qué sucede en nuestras ciudades, con una profundidad y detalle al que nunca habíamos tenido acceso.
Los datos también pueden aprovecharse para aplicar mejores políticas públicas a los problemas urbanos. De esta forma, permiten entregar servicios de mayor calidad a cada ciudadano.
En las ciudades la tecnología impulsa gobiernos más transparentes, que le cierran las puertas a la corrupción. Si todos los contratos del gobierno se manejaran en una base de datos diseñada a partir del blockchain, sería difícil que alguien desviara recursos.
De igual forma, la tecnología hace más fáciles, baratos, rápidos e incorruptibles los trámites que tienen que hacer los ciudadanos. Si bien ya es posible obtener un acta de nacimiento certificada por internet, aún falta trabajar para que abrir un negocio en México u obtener permisos de construcción se haga de forma remota, sin largas filas.
El problema es que algunos ciudadanos tienen acceso a las mejores tecnologías y otros no. La aceleración de la desigualdad por la brecha tecnológica es peligrosa, pues además de injusta es combustible para problemas sociales, como la violencia.
Es cierto que no existe una receta para lograr el desarrollo urbano sostenible. Pero un ingrediente es repensar la forma en que se planifican, construyen y gestionan los espacios urbanos.
La correlación entre la buena urbanización y el desarrollo implica que toda estrategia de renovación urbana contemple la creación de empleo y oportunidades para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Es decir, soluciones sostenibles para los problemas urbanos.