Los Juegos Olímpicos ponen a prueba las competencias de una urbe
Cuando una ciudad es sede de Juegos Olímpicos se convierte en el centro del universo y algunas lo han aprovechado para reinventarse. El ejemplo más citado es Barcelona 92.
A la capital catalana el evento le costó 6 mil 728 millones de euros y obtuvo un impacto económico de 18 mil 678 millones. De acuerdo con El País, renovó su infraestructura, redujo de forma significativa el desempleo e hizo del turismo toda una industria. Esto a tal grado, que el aumento de visitantes en los años siguientes a los Juegos es muy superior al de otras sedes olímpicas, como Seúl, Atlanta y Sidney.
En 2012 Londres aprovechó los Juegos Olímpicos para que sus habitantes hicieran a un lado el pesimismo de la crisis financiera. El diario español menciona que transformó prodigiosamente el barrio de Stratford con el complejo comercial de Westfield y un estadio que ahora es casa del equipo West Ham United.
Por el contrario, para Río de Janeiro tener la sede de los Juegos 2016 no mejoró su estructura urbanística, deportiva ni social. El País cita varios ejemplos: el Parque Olímpico, que costó al gobierno cerca de 331 millones de euros, está en desuso. Las inversiones en líneas de metro y autobuses no hicieron más eficientes los desplazamientos de los ciudadanos. La revitalización de la zona portuaria tampoco ha atraído los residentes esperados.
Beijing, sede de los Juegos Olímpicos de Invierno 2022, se anunció como el mega evento menos costoso de los últimos 20 años. La cifra de inversión oficial es de 3 mil 900 millones de dólares; sin embargo, medios como Insider insisten en que es 10 veces más.
Al parecer, el problema es separar los gastos olímpicos de los gastos de infraestructura que de cualquier forma se realizarían. Así, el encuentro deportivo provocó la remodelación del aeropuerto de Zhangjiakou, inversiones en el distrito de Yanqing y mejoras a la red de transporte de Hebei y a la línea del metro.
Debido a la pandemia, esta ciudad no obtendrá grandes ingresos por turismo ni boletaje. Pero según Bloomberg, podría tener una recuperación con las aportaciones del Comité Olímpico Internacional, patrocinadores top y derechos de transmisión.
De esta forma, los grandes eventos deportivos dejan una huella profunda en las ciudades anfitrionas. Su realización involucra proyectos urbanos, cuya dimensión, complejidad e inversión termina siendo una prueba de fuerza, velocidad y habilidades, que no siempre lleva a ganar el oro.