La construcción de un país más próspero e inclusivo es, en síntesis, el objetivo principal del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Desde sus orígenes, este centro de investigación se ha dado a la tarea de exponer alternativas efectivas para enfrentar las problemáticas sociales que aquejan al país. Con 15 años de camino recorrido, el IMCO propone políticas públicas y acciones viables para lograr una transformación y mejora sustancial de la vida de los mexicanos.
Para conseguirlo, la competitividad es la lente a través de la cual el IMCO analiza y compara decisiones empresariales, políticas públicas y fenómenos económicos que ocurren a lo largo del territorio nacional. El Instituto define competitividad como aquella capacidad para generar, atraer y retener talento e inversión que detonen la productividad y bienestar de sus habitantes. “La competencia en términos generales nos ayuda a tener una mayor competitividad, porque pone a las empresas entre sí a competir: a mejorar procesos, a innovar, a mantenerse a la vanguardia para poder entregarle al consumidor algo, cualquier producto o servicio, a los mejores precios posibles y de la mayor calidad posible”, señala Valeria Moy, directora general del IMCO en entrevista con Enrique de la Madrid, director del Centro para el Futuro de las Ciudades del Tecnológico de Monterrey.
En la medida en la que se fomenta la competitividad en este sentido, el terreno se hace fértil para la generación de empleos dignos —sobre todo bien pagados—, para el incremento de la innovación y para el crecimiento económico; esto desemboca, finalmente, en una mejor calidad de vida. Por supuesto, esto debería estar inmerso dentro de un sistema educativo y de capacitación que, a su vez, nutra el ambiente empresarial.
Por otro lado, además de promover la competitividad entre las empresas, al IMCO le interesa la promoción y el enriquecimiento del debate para la toma de decisiones objetivas. Sólo mediante el diálogo fundamentado con argumentos técnicos y libre de sesgos ideológicos es posible avanzar hacia un mejor futuro en términos de prosperidad. Los datos duros, el rigor y una comunicación clara y concisa son conceptos clave en el trabajo diario de esta institución.
Una de las áreas temáticas en las que se enfoca este organismo son las ciudades amigables. Tanto el diseño como la gestión de las urbes inciden directamente en la calidad de vida de sus habitantes, es por esto que el IMCO orienta sus esfuerzos también en elaboración de estudios y diagnósticos que le permitan a empresas y a la ciudadanía en general conocer mejor su contexto urbano. Estos instrumentos se valen de herramientas y guías de apoyo para temas como el transporte público, la movilidad, la vivienda o la sustentabilidad. Por ejemplo, en septiembre de 2019, el IMCO publicó “El costo de la congestión, vida y recursos perdidos”, un estudio —único en su tipo y el primero hecho en el país— sobre los efectos que tiene la congestión vehicular en la población. Entre sus resultados destaca que “la congestión en las 32 ciudades cuesta 94 mil millones de pesos al año”, de ahí que algunas propuestas versen sobre la inversión en infraestructura para movilidad no motorizada. Concretamente, el reporte concluye que los gobiernos tendrían que implementar protocolos de medición sistemática de los resultados de sus ecosistemas de movilidad para medir los avances de sus proyectos y políticas.
La labor cotidiana del IMCO —que comprende la elaboración de estudios, reportes e iniciativas— ha sido, sin duda, una aportación invaluable para la discusión pública. Si quieres saber más sobre el trabajo del Instituto, visita aquí la entrevista completa con Valeria Moy y Enrique de la Madrid.