Por STAFF ENTORNO Y FUTURO | 12/5/2022
De los envases de detergentes que se desintegran en el agua, o de la cerveza que aprovecha el excedente de pan de panaderías para consumir menos cereales en su elaboración, lo que se aplaude no es tanto el ingenio como su responsabilidad social. En un mundo dominado y dañado por la economía lineal, estos proyectos de economía circular son parte de la solución y un modelo a seguir.
En la inercia del consumismo, las empresas producen de manera rápida y masiva para un comprador que adquiere bienes sin reflexionar al respecto. Inmersos en el modelo de la economía lineal, ambas partes generan desperdicios que contaminan y destruyen ecosistemas.
Ante ello apareció la economía del reciclaje. Su premisa es reutilizar los desechos para disminuir la cantidad de basura que termina en los grandes vertederos y los océanos, por ejemplo. Si bien este modelo es un gran paso, lo ideal es que también se modifique la cadena de producción.
Es por ello que la economía circular se vuelve relevante. Bajo este modelo, desde que se diseña un producto se piensa en qué va a pasar con su empaque y se cuida toda la cadena de suministro. De esta forma, se logra evitar cualquier daño a nivel social y ambiental.
“Es un círculo virtuoso completamente. No hay desperdicio de recursos y el producto puede tener una vida útil más larga. En la economía circular se trata de no generar ningún tipo de desecho ni impacto negativo. Y en eso estamos varias empresas”, dice Ximena Mora, cofundadora de Rayito de Luna, compañía de productos de higiene y cuidado personal.
Proteger la Tierra que tanto nos da
Hace dos décadas, a Yvon Chouinard y Craig Mathews, fundadores de Patagonia y Blue Ribbon Flies, respectivamente, los unió su amor por las actividades al aire libre. Al darse cuenta de que sus negocios se benefician de los recursos naturales, decidieron destinar el 1% de sus ventas al cuidado del medio ambiente. Así iniciaron un movimiento global que cuenta con más de 5 mil miembros, entre ellos Rayito de Luna.
“En 2012 nos dimos cuenta de que productos como shampoos, jabones y cremas corporales tienen un fuerte impacto ambiental. Nosotros cuidamos que todas nuestras materias primas provengan de productores locales y sean agroecológicas. Esto quiere decir que no hay ninguna sustancia química involucrada en los cultivos”.
“También cuidamos los procesos de elaboración. No desperdiciamos agua y no contaminamos con químicos sintéticos porque no los incluimos en nuestras fórmulas. Eso ayuda a que sean desechadas sin contaminar. Los materiales que usamos para embalar los productos, etiquetarlos y enviarlos son compostables”, agrega Ximena Mora.
Entre las grandes compañías que están en transición hacia la economía circular se encuentra Nespresso. Ésta ha empezado a usar cápsulas que pueden reciclarse fácilmente y convertirse en latas, bicicletas y máquinas para la misma empresa.
Ecoalf es una fábrica de ropa con materiales reciclados que ha ganado fama. En parte, porque colabora con iniciativas como Upcycling the Oceans, que recupera basura de los océanos con la intención de reusarla.
En nuestro país, Grupo Bimbo ha recurrido al ecodiseño de empaques, recicla contenedores y reduce desperdicios en sus plantas. Asimismo, Heineken México, desde 2016 forma parte del programa Circular Economy 100. Su planta en Meoqui, Chihuahua, recicla o trata el 100% de los residuos. Además, maximiza el uso de energías verdes y cuenta con una planta de tratamiento de aguas residuales.
Inversiones para ponerle fin al desperdicio
Especialistas de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Fundación Ellen MacArthur coinciden en la urgencia de cambiar de modelo económico. La economía lineal, argumentan, es “despilfarradora, extractivista y responsable en gran medida del cambio climático y el agotamiento de los recursos”.
Desde el punto de vista de ambos organismos, adoptar la economía circular es de gran ayuda para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los compromisos del Acuerdo de París. También para estimular el crecimiento económico y generar empleo, por lo que podría facilitar la recuperación económica tras la pandemia de Covid-19.
Eliminar residuos y contaminación, mantener productos y materiales en uso, y regenerar sistemas naturales son los tres principios en los que se basa este modelo. Por ello, la ONU advierte que aplicar la economía circular al acero, cemento y aluminio podría reducir para 2050 hasta 40% las emisiones de gases de efecto invernadero que causan.
Dicha organización asegura que de cambiarse la producción y el consumo de plásticos para 2040 podría evitarse un tercio de los residuos que genera. Un material del que en México únicamente se recicla el 10%.
China y Europa encabezan la transición hacia la economía circular. El país asiático en 2009 creó la Ley de Promoción de la Economía Circular. Europa, por su parte, implementó el Pacto Verde Europeo. Según la Comisión Europea, este plan de acción para la circularidad podría generar 700 mil nuevos empleos.
Ya que la falta de acceso representa un obstáculo para que las naciones transicionen a la economía circular, la ONU indica que desde 2016 se han multiplicado por 10 los fondos privados. Así, incentivar la innovación y la inversión, tanto a nivel público como privado es esencial para el avance del modelo.
Una transición económica desde casa
Hacer el cambio de una economía lineal a una circular no demanda lo mismo para todo el mundo. Llevarla a cabo en menor tiempo y de mejor forma depende, entre otros factores, del grado de industrialización, desarrollo tecnológico, financiamiento y recursos humanos con los que se cuenta. Por ello cada país, empresa y ciudadano debe crear sus propias estrategias en función de su contexto.
“Tenemos que mirar otra vez a la naturaleza; comenzar a cuestionarnos qué estamos haciendo con nosotros mismos —recomienda Ximena Mora—. Debemos preguntarnos qué estoy consumiendo, de dónde viene. Se le llama trazabilidad del producto; es decir, cómo se obtuvo la materia prima, quiénes están trabajando este producto. Y también es importante cuestionarnos si necesitamos lo que estamos comprando”.
La economía circular es amplia y podemos ir transitando a ésta, por ejemplo, con la reparación de aparatos, ropa y calzado, así como procurando un sistema de reciclaje casero.
Hemos llegado a un punto en que la forma en que afectamos al medio ambiente nos produce costos que, aunque no percibamos directa o conscientemente, afectan a nuestro bienestar.
Esa es la razón por la que debemos de incentivar, con sentido de urgencia, más y mejores prácticas, servicios y productos basados en la circularidad. Tenemos tres tareas: acelerar la eliminación del uso de combustibles fósiles, lograr que el consumo de agua sea igual a la cantidad de agua que se regenera en fuentes acuíferas y usar sustitutos de plástico. La meta es dejar de poner en riesgo nuestra viabilidad como especie.