Innovación y tecnología para puertos más eficientes
Para Yuriria Mascott México es un país privilegiado por su ubicación geográfica y eso puede explotarlo en cuestión de infraestructura. En 11 mil 500 kilómetros de costas hay 117 puertos con terminales. En ellos se transporta el 31% de la carga nacional.
No obstante, sólo en 16 de ellos se concentra el 67% de dicha carga. El más importante en el país, y uno de los más relevantes de América Latina es Manzanillo. Otros que destacan son Lázaro Cárdenas, Coatzacoalcos, Altamira y Veracruz, que recientemente tuvo una inversión para duplicar su capacidad de carga.
“En los puertos requerimos políticas adecuadas, infraestructura, recintos fiscalizadores digitales, rápidos, que no se tarden en descargar la mercancía, en la revisión, sino que se haga de manera automática. Ahí la innovación y la tecnología se vuelven prioritarias. Los puertos deben ser un recinto fácil, logístico, y con salidas multimodales”, manifiesta.
Como ejemplo, Mascott habla del puerto de Shenzhen en China, que al contar con una gran infraestructura multimodal detonó una ciudad inteligente.
“De nada sirve un puerto si no tiene una carretera, un tren o un aeropuerto junto. Entonces en este puerto hicieron una zona económica especial: bajaron los impuestos y ofrecieron una mano de obra económica. Es el puerto número 10 del mundo, y es una gran ciudad con vocación logística”, declara.
Certeza jurídica y especialización para garantizar inversiones a largo plazo
Como consultora legal en Baker McKenzie Abogados, Yuriria Mascott reconoce que los grandes inversionistas buscan reglas claras y la certeza de que se respetarán los contratos firmados. Sostiene que no se puede tener un país competitivo sin inversión privada en la infraestructura.
“México es uno de los países que más acuerdos bilaterales y tratados internacionales comerciales tiene. Tenemos reglas muy claras y el país debe centrarse en defenderlas para que pueda llegar más gente a invertir. El tema energético, con los cambios en los organismos autónomos, está deteniendo la inversión”, comenta.
Además, propone pensar en una infraestructura sustentable, rentable y de calidad, que eleve las condiciones de vida de los ciudadanos. Esto es clave, opina, para que las empresas en México compitan en mejores condiciones en el mercado internacional.
“Pero para tener un programa de infraestructura que realmente logre ese impacto se necesita una visión de futuro. Tiene que haber una planeación estratégica, demostrar su rentabilidad, con una visión logística y conectividad multimodal”, especifica Mascott.
Así, recomienda empezar por identificar qué inversiones son necesarias, las contrapartidas fundamentales, y tener criterios de priorización. Además, utilizar materiales renovables, el autoabasto energético y reutilizar el agua.
“Es la visión que debe tener un joven más allá de construir una carretera. Tiene que ir mucho más allá, pensar también en el tema de innovación y tecnología. Y lo más importante, debe hacerlo con total transparencia, haciendo públicos todos los recursos, licitando siempre”, sugiere.
Otros de sus consejos para darle al país la infraestructura que lo haga crecer económica y socialmente es no realizar ningún proyecto sin un estudio técnico y un análisis de costo beneficio previos.
“Es indispensable un permanente ejercicio de gobernanza porque no puedes hacer una obra si no hablas con la sociedad, si no tienes esa voluntad conjunta para hacer una obra. Vamos a volvernos expertos. Hay muchas ramas del saber que se necesitan para hacer una obra de infraestructura, ya sea en la planeación, el financiamiento, la ejecución, la operación, la logística. Quien tenga a su cargo una obra de infraestructura, debe rodearse de los mejores especialistas”, apunta Mascott.
Ya que la ubicación geográfica, aunque sea privilegiada como la de México, por sí sola no es suficiente para garantizar el desarrollo de una nación, es importante apostar por los beneficios de invertir en infraestructura. Además, conviene valorar el hecho de que la construcción de la infraestructura es en sí misma una actividad que genera recursos, empleos e inversiones a largo plazo.