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La infraestructura como motor de crecimiento económico y social

Uno de los factores que explican la competitividad de las naciones es la dotación y calidad de su infraestructura porque invertir en ella significa invertir en desarrollo social y económico.

 Por STAFF ENTORNO Y FUTURO | 20/1/2022

El crecimiento económico es uno de los retos más grandes en el mundo; los países necesitan generar más riqueza y repartirla de mejor manera. De acuerdo con Yuriria Mascott, ex subsecretaria de Transporte en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y actual Consultora legal de Baker & McKenzie, para ello es fundamental invertir en infraestructura porque fomenta el desarrollo económico y el desarrollo social.

“Si no hay desarrollo social, el crecimiento económico de nada sirve —afirma—. El desarrollo y la infraestructura constituyen una condición básica para mejorar la competitividad empresarial, aumentar la productividad del país, generar más y mejores empleos, alcanzar mayores niveles de bienestar social y reducir las diferencias entre las regiones”.

Asimismo, aclara que existen diferentes tipos de infraestructura. Por ejemplo, la energética, la hidráulica o la de transporte. Juntas permiten que un ciudadano llegue a un hospital, que le lleguen medicinas, alimentos y agua potable, y que esté comunicado.

“La infraestructura saca adelante a un país. Al invertir en obras se generan empleos y se propicia la igualdad —observa Mascott—. En México tenemos el norte, con una vasta infraestructura, y el sureste que, por su orografía y temas meteorológicos, no ha permitido que haya una gran inversión en infraestructura”.

Según el Foro Económico Mundial, la infraestructura es el segundo de 12 pilares que miden la competitividad de un país. Al respecto, en 2013 México tenía el lugar 64 de 148 naciones, y en la administración pasada subió al sitio 54.

“Hablando de infraestructura de transporte México ocupa el lugar 51, Brasil el 85 y Chile el 54. El lugar 51 de 148 no se oye tan mal, pero un país con una población similar a la nuestra, como Japón, tiene el lugar 4. Corea del Sur, que en los años 70 estaba en desarrollo como México, ocupa el lugar 3”, esclarece Mascott.

 

Infraestructura

 

 Ventajas de invertir en una ciudad-aeropuerto

Yuriria Mascott, experta en los sectores energético, de comunicaciones y transportes, menciona que en México existen 77 aeropuertos, 64 de ellos internacionales. Sin embargo, sólo Cancún es un hub o centro de conexión.

“Antes de la pandemia en nuestros aeropuertos se transportaban 80 millones de pasajeros. El transporte de carga era muy bajo: 700 millones de toneladas. Este es un mercado en el que hay que poner la visión porque hoy en día el e-commerce es la forma de adquirir. Entonces, la entrega por vía aérea se vuelve muy importante”, argumenta.

Datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) indican que entre 2006 y 2016 se duplicó el tráfico aéreo comercial en la región. En cuanto a transporte de pasajeros la cifra pasó de 110 millones a más de 266 millones. Sin embargo, la inversión anual que se hizo en infraestructura representó el 0,05% del PIB regional, colocando al aéreo como el medio de transporte que recibe menos inversión pública y privada.

Un estudio realizado por Oxford Economics y la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) expone que las ventajas de invertir en infraestructura aérea van más allá de su contribución al PIB y la generación de empleos e ingresos fiscales. 

Lo anterior porque al facilitar el turismo y el comercio, los aeropuertos y los vuelos permiten la inversión extranjera, los grupos empresariales, la especialización e incluso la conservación de las áreas protegidas. Sin olvidar que facilitan la entrega de ayuda humanitaria y de emergencia.

“El aeropuerto de Schiphol, Ámsterdam, está ubicado en el corazón de Europa occidental. Llega un ferrocarril a la terminal; tiene hoteles, áreas comerciales e industria a su alrededor. Se volvió un hub con muchísimos vuelos de interconexión, como Frankfurt o Atlanta. Lo denominan ciudad-aeropuerto y cómo ha enriquecido a esa zona”, refiere Mascott. 

Desde su punto de vista, el aeropuerto de Guadalajara podría convertirse en una ciudad-aeropuerto. Le ayuda la cercanía con la capital mexicana y que es el tercero en pasaje a nivel nacional.

“Este aeropuerto está concesionado desde finales de los 90 a un grupo aeroportuario del Pacífico que se comprometió a no dejar de invertir en él. Hacen planes quinquenales; a mí me tocó revisar su plan 2019-2024, donde plantearon invertir más de 8 mil 400 millones de pesos. Van a ampliar su terminal y a hacer una nueva pista. Hoy en día tiene capacidad para 12 millones de pasajeros, con esta ampliación se podría llegar a 21 millones de pasajeros”, explica.

 

Infraestructura

 

Un sistema de transporte terrestre con áreas de oportunidad

Con más de 25 años de trayectoria en la administración pública federal, Yuriria Mascott asegura que la red de carreteras del país está conformada por 407 mil 900 kilómetros, de los cuales menos del 3% son autopistas. Esta red transporta el 95% de los pasajeros y el 55% de la carga.

Por kilómetros de carreteras, México se ubica en el lugar 18 a nivel mundial, según The World Factbook de la CIA. Es el segundo en América Latina, donde Brasil es el líder. Pero en relación con su superficie, la República Mexicana tiene más carreteras que Australia o Canadá.

El sistema ferroviario mexicano cuenta con 3 mil 389 kilómetros de vías en operación, donde se transporta el 13% de la carga y menos del 2% de pasajeros. De acuerdo con Mascott la atención se podría poner en el sureste y en trenes con vocación social, que ayudan a la productividad de la gente y,  por lo tanto, a la competitividad del país. 

“El sureste tiene una gran vía en donde se puede hacer un extraordinario mantenimiento y ponerle centros logísticos. Es la Chiapas-Mayab, que conocíamos como La Bestia y que aunque estuvo concesionada ya está en manos del estado. Es un punto de conexión para llevar bienes a lo largo de todo el sureste”, dice.

“El ferrocarril como medio para comunicar dos zonas urbanas con alta densidad de población se vuelve muy necesario. El México-Toluca o el México-Querétaro son ejemplos de proyectos que su costo beneficio te da una rentabilidad social. Permiten que la gente pueda viajar más rápido, sin contaminar, a un costo más económico, y entonces se vuelve este círculo virtuoso. Los trenes tienen la ventaja de comunicar a mucha gente de manera rápida y eficiente”, agrega.

Innovación y tecnología para puertos más eficientes

Para Yuriria Mascott México es un país privilegiado por su ubicación geográfica y eso puede explotarlo en cuestión de infraestructura. En 11 mil 500 kilómetros de costas hay 117 puertos con terminales. En ellos se transporta el 31% de la carga nacional. 

No obstante, sólo en 16 de ellos se concentra el 67% de dicha carga. El más importante en el país, y uno de los más relevantes de América Latina es Manzanillo. Otros que destacan son Lázaro Cárdenas, Coatzacoalcos, Altamira y  Veracruz, que recientemente tuvo una inversión para duplicar su capacidad de carga. 

“En los puertos requerimos políticas adecuadas, infraestructura, recintos fiscalizadores digitales, rápidos, que no se tarden en descargar la mercancía, en la revisión, sino que se haga de manera automática. Ahí la innovación y la tecnología se vuelven prioritarias. Los puertos deben ser un recinto fácil, logístico, y con salidas multimodales”, manifiesta.

Como ejemplo, Mascott habla del puerto de Shenzhen en China, que al contar con una gran infraestructura multimodal detonó una ciudad inteligente. 

“De nada sirve un puerto si no tiene una carretera, un tren o un aeropuerto junto. Entonces en este puerto hicieron una zona económica especial: bajaron los impuestos y ofrecieron una mano de obra económica. Es el puerto número 10 del mundo, y es una gran ciudad con vocación logística”, declara.

Infraestructura

 

Certeza jurídica y especialización para garantizar inversiones a largo plazo

Como consultora legal en Baker McKenzie Abogados, Yuriria Mascott reconoce que los grandes inversionistas buscan reglas claras y la certeza de que se respetarán los contratos firmados. Sostiene que no se puede tener un país competitivo sin inversión privada en la infraestructura.

“México es uno de los países que más acuerdos bilaterales y tratados internacionales comerciales tiene. Tenemos reglas muy claras y el país debe centrarse en defenderlas para que pueda llegar más gente a invertir. El tema energético, con los cambios en los organismos autónomos, está deteniendo la inversión”, comenta.

Además, propone pensar en una infraestructura sustentable, rentable y de calidad, que eleve las condiciones de vida de los ciudadanos. Esto es clave, opina, para que las empresas en México compitan en mejores condiciones en el mercado internacional.

“Pero para tener un programa de infraestructura que realmente logre ese impacto se necesita una visión de futuro. Tiene que haber una planeación estratégica, demostrar su rentabilidad, con una visión logística y conectividad multimodal”, especifica Mascott.

Así, recomienda empezar por identificar qué inversiones son necesarias, las contrapartidas fundamentales, y tener criterios de priorización. Además, utilizar materiales renovables,  el autoabasto energético y reutilizar el agua.

“Es la visión que debe tener un joven más allá de construir una carretera. Tiene que ir mucho más allá, pensar también en el tema de innovación y tecnología. Y lo más importante, debe hacerlo con total transparencia, haciendo públicos todos los recursos, licitando siempre”, sugiere.

Otros de sus consejos para darle al país la infraestructura que lo haga crecer económica y socialmente es no realizar ningún proyecto sin un estudio técnico y un análisis de costo beneficio previos. 

“Es indispensable un permanente ejercicio de gobernanza porque no puedes hacer una obra si no hablas con la sociedad, si no tienes esa voluntad conjunta para hacer una obra. Vamos a volvernos expertos. Hay muchas ramas del saber que se necesitan para hacer una obra de infraestructura, ya sea en la planeación, el financiamiento, la ejecución, la operación, la logística. Quien tenga a su cargo una obra de infraestructura, debe rodearse de los mejores especialistas”, apunta Mascott.

Ya que la ubicación geográfica, aunque sea privilegiada como la de México, por sí sola no es suficiente para garantizar el desarrollo de una nación, es importante apostar por los beneficios de invertir en infraestructura. Además, conviene valorar el hecho de que la construcción de la infraestructura es en sí misma una actividad que genera recursos, empleos e inversiones a largo plazo.

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