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Crisis como sintoma de sistema disfuncional

Para María Fernanda Espinosa Garcés, primera latinoamericana en presidir la Asamblea General de la ONU, los problemas más graves que enfrenta la humanidad requieren una apropiación social de las soluciones.

Por STAFF ENTORNO Y FUTURO | 12/2/2022

 

Si los momentos de crisis son también momentos de oportunidad, nos encontramos en una fase decisiva para realizar los grandes cambios que necesitamos para poder construir la sociedad que anhelamos. Contamos con el conocimiento, los avances tecnológicos y la rapidez de la información para tomar decisiones acertadas. Lo que falta es un nuevo contrato social donde la ciudadanía tenga más voz, de acuerdo con María Fernanda Espinosa.

“Las crisis que mencionamos todo el tiempo: la climática, la de salud, la de extinción… son síntomas de un sistema que es disfuncional; de algo mayor que requiere una respuesta colectiva y sistémica a la vez”, dice.

 

“Vivimos en un mundo de paradojas. Producimos más alimentos de los que necesitamos, pero hay más de 100 millones de personas que mueren de hambre, literalmente. Desarrollamos en menos de un año, tiempo récord, una vacuna contra el Covid-19, y aun así tenemos lugares en el mundo que no llegan al 5% en sus niveles de vacunación. Es un problema valórico. Un problema de qué es lo importante en la sociedad y quién tiene el poder de decidir”, agrega Espinosa, presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas 2018-2019.

Por ello, considera que los ciudadanos deben sentarse en la mesa donde se deciden los temas importantes. Incluso en las Naciones Unidas, las decisiones deberían venir de los estados soberanos pero informadas por las necesidades y el conocimiento de diferentes actores de la sociedad.

“Una apropiación social de las soluciones; una construcción de un nuevo contrato social es lo que nos hace falta”, opina.

 

Desigualdad, la madre de todas las crisis

María Fernanda Espinosa tiene más de 20 años de experiencia en negociaciones internacionales sobre paz, seguridad, derechos humanos, pueblos indígenas, igualdad de género, desarrollo sostenible, cambio climático y cooperación multilateral.

Para ella, la democracia va mucho más allá del acto de votar. Es la construcción del bien común, de una vida digna para todos. Y aunque una de las grandes creaciones de las Naciones Unidas es la declaración universal de los derechos humanos, vivimos en un mundo de desigualdades.

“Eres desigual porque eres mujer, porque perteneces a una cultura minoritaria en número, no en valor. Eres desigual porque practicas una religión diferente, porque tu piel es de un color distinto. Las desigualdades son múltiples, son formas de discriminación; lo peor que podemos hacer es naturalizarlas. No puede ser posible que el 1% más rico del planeta tenga más de la mitad de los recursos que existen”, sostiene.

 

Interior 2

 

Desde su punto de vista, no estaríamos discutiendo la ola de una nueva variante de Covid-19 si el acceso y la administración de vacunas fuera más equitativo y no reflejara, una vez más, las desigualdades.

Por otro lado, advierte que en Latinoamérica 8 de cada 10 ciudadanos, sobre todo menores de 30 años, no cree en los partidos políticos, y más de la mitad de la población mundial no confía en las instituciones. Una cuestión que considera grave ya que la convivencia como comunidad internacional se da a través de una serie de normas y reglas de coexistencia.

“¿Quién paga la cuenta de los efectos que ha tenido el confinamiento relacionado al covid, de los efectos del cambio climático? Todas esas expresiones o formas de desigualdad minan el contrato social, deterioran las democracias y afectan la convivencia. Es uno de los grandes males que debemos combatir”, señala.

 

efectos covid

 

 

La desigualdad de género exacerbada por el Covid-19

 

Cuando una crisis es tan profunda como la pandemia, potencia y pone bajo la lupa las desigualdades existentes. Por ello, en cualquier aspecto de la vida social, las mayores víctimas han sido las mujeres.

María Fernanda Espinosa menciona algunos ejemplos. En el incremento exponencial de la violencia doméstica la mayor parte de las víctimas son mujeres y niñas. No han podido regresar con normalidad a las escuelas porque han sido absorbidas por el trabajo doméstico y el de los cuidados. Son ellas quienes están en la primera línea de respuesta en el sector salud y las que se han visto más afectadas por el desempleo.

“En los comités que deciden cómo enfrentar una pandemia, 80% son hombres, aunque son las mujeres las que están poniendo su vida en riesgo por los cuidados. Y volvemos a otra paradoja: muchos de los países ejemplares en la respuesta al covid son liderados por mujeres, como Nueva Zelanda e Islandia. En nuestra propia región, uno de los países utilizados como ejemplo es Barbados, con una primera ministra mujer”, refiere.

Así, sugiere repensar la economía de los cuidados como una economía del futuro, profesionalizada, bien remunerada. Atender la brecha salarial entre hombres y mujeres, además de las formas de violencia contra las mujeres, incluida la violencia política.

“Eso también deteriora nuestras democracias. Somos la mitad de la población mundial y apenas 25% de parlamentarias en el mundo son mujeres. Miremos el número de expresidentas en nuestra propia región. Hay muchísimo que hacer para cerrar las brechas de desigualdad de género, para combatir ese déficit de derechos de las mujeres y las niñas”, subraya Espinosa.

 

La crisis climática es una crisis de implementación de acuerdos

Como negociadora en las COP 16 y 17, y en la Conferencia de la ONU sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20), María Fernanda Espinosa ha visto avances, retrocesos y lo difícil que resulta implementar los acuerdos.

“Uno de los problemas más graves del derecho internacional y de los compromisos que asumen los estados es el déficit de implementación, de cumplir con la palabra. Necesitamos ser carbono neutrales en 2050. Cada país debe hacer sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional; muchos ni siquiera han hecho su plan, y aquellos que lo han hecho no lo han cumplido”, enfatiza.

Al paso que vamos, argumenta, no se logrará frenar el incremento de temperatura 1.5 grados para 2030 porque lo que toca hacer hoy no se está realizando. Se requiere más ambición para reducir emisiones y en cuestiones de adaptación y construcción de resiliencia.

“Los países del sur global necesitan recursos para su transición ecológica. En un número modesto, hablamos de 100 mil millones de dólares anuales. Se creó un fondo, y ese fondo todavía tiene un gran déficit”, comenta.

Así, mientras ni los acuerdos ni las finanzas climáticas son claros, millones de personas son desplazadas de sus lugares de origen por fuertes inundaciones, sequías, huracanes. Una cuenta que pagan los más desfavorecidos. Para muestra, los países del Caribe o los pequeños estados insulares en desarrollo. 

“La responsabilidad común, pero diferenciada, de los grandes emisores de gases de efecto invernadero, las 20 economías más importantes del mundo, se debe asumir. Si no, nuevamente los ciudadanos empiezan a desconfiar de las instituciones, de la capacidad del sistema multilateral de responder a sus necesidades de sobrevivencia. El tema climático no es un tema cosmético de paisajes y animalitos. Es un tema de la supervivencia de la especie humana en el planeta Tierra”, afirma.

 

crisis climatica

 

 

Problemas globales necesitan una atención global

Ya que las zonas en donde se ubican las poblaciones más pobres son zonas de riesgo, María Fernanda Espinosa asegura que se debe pensar una nueva geografía del flujo migratorio con un prisma climático.

“Esto no es broma. Tenemos que considerar ya a la migración como una medida desesperada, sí, pero de adaptación. Es decir, para que las poblaciones puedan enfrentar los efectos del cambio climático tienen que mirar dónde se ubican. No debería haber ocurrido, pero llegamos a este punto de inflexión y no retorno. Es una crisis generada por las sociedades humanas, por lo tanto somos nosotros quienes tenemos la responsabilidad de repararla”, indica.

La también ex ministra de Relaciones Exteriores del Ecuador, de Defensa Nacional y de Patrimonio Cultural y Natural confía en que se puede lograr porque contamos con el conocimiento para restaurar ecosistemas degradados, producir alimentos con nuevas tecnologías y planificar ciudades bajas en carbono. 

“Lo importante es poder financiar, planificar adecuadamente y preocuparnos. Sentir esa responsabilidad que tenemos con las poblaciones más afectadas y más vulnerables. Es necesaria una suerte de gran coreografía global porque no es un grupo de líderes el que va a transformar el mundo. Para eso sirven la ONU y el sistema multilateral. No solamente es la coalición de la voluntad; es el G7, el G20, pero sobre todo el G193: la Asamblea General de las Naciones Unidas”, explica.

En conclusión, Espinosa observa que la desigualdad, el cambio climático, la pandemia… son crisis determinantes para el futuro de la humanidad. Es fundamental explicarlas y cuestionarlas, con una consecuente crítica a las instituciones, porque hoy los problemas en el mundo son globales y necesitan una atención global.

 

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