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Tres expertos del Tecnológico de Monterrey reflexionan sobre lo aprendido este último año en cuestiones de salud mental, sostenibilidad y políticas públicas, porque no se trata de sobrevivir una pandemia sino de salir fortalecidos.

Por STAFF ENTORNO Y FUTURO |

En 2021 la preocupación más grande ha vuelto a ser la pandemia por Covid-19. Aun con la aplicación de vacunas, la reactivación de actividades y la reapertura espacios, ha sido un escenario adverso. Por esa misma razón, ha suscitado una gran cantidad de reflexiones, como las que nos comparten Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y la Felicidad del Tec de Monterrey; Inés Sáenz, vicepresidenta de Inclusión, Impacto Social y Sostenibilidad del Tec, y Enrique de la Madrid, director del Centro para el Futuro de las Ciudades.

Estos tres expertos, además de señalar los principales retos que hemos enfrentado a nivel personal (salud mental), como sociedad (brechas de desigualdad y derechos humanos) y como humanidad (cambio climático), hablan de herramientas y caminos para superarlos e incluso sacarles provecho. Desde meditación, hasta la defensa de la verdad y de una sociedad más justa.

Ser resilientes es una de las mejores defensas ante la pandemia

Después de 18 meses de pandemia, incorporar protocolos de salud a nuestra vida diaria sigue siendo estresante. Igual que perder la sensación de control. En 2021, México documentó síntomas de estrés postraumático en casi un tercio de la población, según la Organización Panamericana de la Salud. Además, hubo un incremento sustancial en casos de ansiedad y depresión, sobre todo en niños y jóvenes.

“La sensación de control es el elemento más importante que tenemos los seres humanos para darle estructura a nuestra vida —dice Rosalinda Ballesteros—. Pero la actitud que tenemos ante las cosas nos ayuda muchísimo”.

Aprender a vivir en presente es esencial para poder asimilar los cambios. Al tener clara la contingencia, y el hecho de que todo puede cambiar de la noche a la mañana, debemos hacer previsiones y ser capaces de reaccionar rápido. Para ello es necesario construir resiliencia.

“En tu actitud está tu altitud —señala Enrique De la Madrid—. Tener una actitud positiva le sirve a cada persona pero también es muy útil para los demás, para la comunidad”.

Existen cinco factores protectores que mejoran la salud mental

De acuerdo con Rosalinda Ballesteros, hay cinco factores protectores que ayudan a tener una mejor calidad de vida, contrarrestando el estrés que genera la pandemia. El primero es ampliar la calidad de las relaciones interpersonales, incluso si es de manera virtual. El segundo es la resonancia positiva, que tiene lugar al enfocarnos en lo bueno que ocurre a nuestro alrededor.

El tercer factor protector es la participación comunitaria, como ser voluntario en alguna asociación o donar tiempo para enseñar. El cuarto es realizar actividades en el exterior, en la medida de lo posible, ya que el contacto con la naturaleza hace que las funciones biológicas se sincronicen mejor y aumente el placer por la vida. El último factor es hacer ejercicio de manera constante, lo cual beneficia la salud física y mental.

“Curiosamente, tener más edad implica que tenemos mejor entendimiento de los retos. Los adultos tenemos una ventaja y con ella podemos guiar a los más jóvenes. La vida se disfruta en lo pequeño, pero tenemos la oportunidad de trascender siendo la generación que tomó la decisión de preocuparse por la salud mental”, comenta Ballesteros.

La meditación ayuda a cultivar las emociones positivas

“Se piensa que para lograr niveles de felicidad se necesitan mínimos económicos. Si no comes, si no vistes, si no tienes un techo… Lo dramático es que este problema también lo tienen los franceses y los suecos. Entonces, tenemos que aprender a ser felices, a conectar con nosotros mismos, porque no es lo mismo enfrentar problemas histéricos que serenos”, menciona De la Madrid.

Ante ello, Rosalinda Ballesteros subraya la importancia de cultivar las emociones positivas. Las de alta intensidad (alegría y diversión), las de trascendencia (esperanza, gratitud y orgullo), y las de baja intensidad (serenidad e interés en aprender cosas nuevas).

Las prácticas de mindfulness y la meditación permiten generar conexiones neuronales aun en la edad adulta, mejoran la capacidad de regulación emocional y evitan que la mente se vaya a buscar amenazas y catástrofes. Son ideales para generar mayor conciencia de nosotros mismos y del planeta, mayor conexión con los demás y mayor sentido de propósito en la vida. 

Ballesteros recomienda la meditación meta o del amor compasivo que, practicada 10 minutos, tres veces por semana, puede cambiar las cadenas de expresión genética de algunas enfermedades. 

“Si le enseñamos a los adolescentes meditación, les damos una habilidad maestra del autocontrol, que se vuelve de lo más importante en la vida. En los canales de YouTube de Universidad Tecmilenio contamos con diversos videos para meditar”, indica. 

Para Inés Sáenz, cultivar una planta desde la semilla, en maceta o jardín, brinda los beneficios de la meditación. Ayuda a desarrollar la paciencia y la capacidad de observación, a cuidar al mundo y a manejar la incertidumbre. Una recomendación inspirada en el libro Loa a la tierra, un viaje al jardín, de Byung-Chul Han.

La emergencia climática es urgente y le compete absolutamente a todos

Estamos en la década de la acción para mitigar la crisis climática. Si bien ha habido avances enormes en cuanto a la colaboración local e internacional, las metas se están fijando a muy largo plazo.

India, por ejemplo, se comprometió a ser carbono neutral para 2070. Y lo que el planeta necesita son acciones contundentes para el presente. Ya no hay tiempo de espera.

“Esto compromete a los países, por supuesto, pero también a la sociedad en su conjunto. Nos es difícil hacer ajustes en nuestro estilo de vida porque pensamos que lo individual no tiene impacto. Cuestionamos qué deben hacer los gobiernos o la industria, pero la acción individual no es menor. Necesitamos hacer renuncias si queremos un planeta tal y como lo hemos conocido hasta ahora”, sentencia.

La verdad tiene un valor indudable y se debe luchar por ella

Las democracias requieren de una base de verdad para funcionar de manera sana. Por ello son vitales la evidencia científica, los argumentos racionales y la valentía para defender el disentimiento de instituciones y voces individuales.

“Cuántas noticias falsas hemos tenido sobre la pandemia, sobre las vacunas, que han entorpecido la recuperación. En medio de discursos polarizados se vuelve fundamental abrir espacios para el diálogo en donde sea posible intercambiar puntos de vista y escuchar a los demás”, asegura Inés Sáenz.

Esta experta considera fundamental aprender a distinguir la evidencia de las opiniones. Al educarnos en el pensamiento crítico, no se cae en la trampa de las opiniones. 

“La emergencia climática no es un invento, no son patrañas de una sociedad secreta que conspira para hacernos esclavos. Hemos dejado de pensar porque pensar es un ejercicio que requiere esfuerzo, documentación, observación atenta. La verdad está relacionada con un pensar lento, crítico, que hemos abandonado”, advierte. 

“Todos tenemos derecho a nuestra opinión, pero no a inventarnos datos —añade Eduardo De la Madrid—. En esta generación de posverdad, algunos  usan mentiras para manipular. Si no le volvemos a dar el peso a la verdad no nos vamos a poner de acuerdo”.

Ya que el cerebro está hecho para detectar peligros y encontrar respuestas rápidas, aunque no necesariamente certeras, mucha gente le encuentra sentido a las teorías del complot. 

“Somos animales, pero racionales. Me parece un milagro científico que a un año de aparición del coronavirus hayamos tenido tal variedad de vacunas. Es lamentable que en Estados Unidos no haya más gente vacunada, no porque no tengan vacunas sino porque no se quieren vacunar. Porque dejaron de pensar”, observa De la Madrid.

Migrantes y violencia, dos problemas que exigen una transformación 

Cada vez es más evidente la impostergable defensa de los derechos humanos, en particular de las comunidades vulnerables. El tema compete a políticos y ciudadanos, porque el flujo migratorio obedece a muchos factores, entre ellos los desastres naturales. Y con la emergencia climática esto se va a exacerbar.

Por otro lado, es imposible dejar de hablar de la violencia de género, que no ha cedido ni un ápice. De hecho, el confinamiento por coronavirus dispara el abuso y la violencia doméstica.

“Los feminicidios aumentaron 6.6% en los primeros meses de 2021 con respecto de 2020 —apunta Inés Sáenz—. La violencia a las mujeres trans es otro tema que a veces queda soterrado por tantos problemas. Pero nuestro país ocupa el segundo lugar a nivel mundial en crímenes de odio hacia las personas transgénero, sólo después de Brasil. Necesitamos una transformación radical en nuestra educación y cultura”.

La desigualdad económica nos afecta a todos

A raíz de la pandemia, la desigualdad económica se ha mostrado en toda su crudeza. La brecha digital, por ejemplo, ha dejado a muchos mexicanos fuera del sistema educativo y, por lo tanto, del futuro. 

Esas brechas de desigualdad resultan dolorosas y nos afectan a todos, reflexiona Sáenz. Por ello se debe trabajar para que niñas, niños, jóvenes, adultos, tengan acceso a una educación de calidad. Habilitarlos de capacidades digitales para sobrevivir en un mundo que ha cambiado por completo.

“No estamos viviendo una época de muchos cambios sino un cambio de época, que tiene que ver mucho con la tecnología —coincide Enrique De la Madrid—. La pandemia vino a acelerar la digitalización. Debería ser política pública el internet para todos. Porque ya nos dividimos entre aquellos que tenemos acceso a internet y los que no”.

Así, sugiere pensar en una sociedad más justa, más pareja hacia arriba y no que se empareje hacia abajo. Tomar conciencia de que ya no se puede tener una visión tan individualista. 

“La desigualdad también se notó en temas de salud. Si te enfermabas de coronavirus y te tenían que entubar, en el IMSS tenías 60% de probabilidades de muerte. Si ibas a dar a un hospital privado, el 20%. Como política pública tenemos que dar los primeros pasos para un sistema de salud universal por el sólo hecho de ser mexicanos”, asevera De la Madrid. 

A pesar de la incertidumbre y retos del momento histórico que atravesamos, los avances científicos y médicos le inyectan esperanza a 2022. Ya que las lecciones de 2021 permean desde la economía y la cultura hasta las rutinas más simples e íntimas, bien aprendidas pueden permitirnos tomar un buen camino porque, ante todo, tenemos responsabilidades como humanidad.

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