Por STAFF ENTORNO Y FUTURO | 8/3/2022
El principio de igualdad de remuneraciones entre mujeres y hombres fue incorporado por primera vez en el Tratado Internacional de Versalles en 1919. Un siglo después la brecha salarial no sólo sigue existiendo, sino que se ha acentuado a raíz de la pandemia por Covid-19. ONU Mujeres la sitúa en 16%.
La disparidad en salarios tiene origen en los roles de género. Las mujeres invierten en promedio 2.6 veces más tiempo que los hombres en tareas de cuidado no remuneradas, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad. De esta forma, hacerse cargo de los hijos ante el confinamiento y cuidar a los familiares enfermos por Covid-19 recayó en ellas.
Esta situación llevó a que en naciones ricas y en desarrollo las mujeres perdieran más empleo. Desde que comenzó la crisis sanitaria, 56% de las trabajadoras en Israel se han quedado sin trabajo, reporta El País. En México, de las 1.6 millones personas que dejaron de formar parte de la población económicamente activa 84% son mujeres, según cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
Al paso que vamos, ponerle fin a la inequidad en cuanto a la participación económica y oportunidades requeriría 257 años más, de acuerdo con el Foro Económico Mundial. Esto, a pesar de que países como Islandia, Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda, Suecia, Namibia y Ruanda, entre otros, estén cerca de lograrlo.
Por ello, la ONU instauró un Día Internacional de la Igualdad Salarial (18 de septiembre). Su propósito es hacer hincapié en el quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible: garantizar el fin de la discriminación a mujeres y niñas para 2030.
Cifras de la situación laboral de las mujeres mexicanas
En México las mujeres representan más de la mitad de la población. Sin embargo, 4 de cada 10 mujeres mayores de 15 años son económicamente activas; en el caso de los hombres, 8 de cada 10 lo son. Esto coloca al país en el lugar 38 de 43 en el Índice de Competitividad Internacional 2021.
Respecto a la brecha salarial, ésta se ubica en 18.8%. Es decir, por cada 100 pesos que recibe un hombre por su trabajo al mes, una mujer recibe 81.2 pesos.
El panorama cambia a lo largo de la República. Datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social dejan ver los extremos geográficos de la situación. La brecha se estrecha en Quintana Roo, Yucatán, Chiapas, Nayarit y Ciudad de México. Pero se ensancha en Coahuila, Campeche, Chihuahua, Aguascalientes y Durango. Sólo en Veracruz ganan más las mujeres, por una diferencia de 2.4%.
Existen casos tan dispares, que incluso han sido un escándalo mediático. Uno de ellos son las futbolistas de primera división. Mientras que su salario mensual promedio es de 3 mil 500 pesos, en la liga varonil un jugador gana en promedio 640 mil pesos, señala la Encuesta Global de Salarios de los Deportes en el Mundo.
Para mejorar la situación laboral de las mexicanas, el gobierno sabe que además de generar mayores oportunidades debe garantizarles un desarrollo en condiciones equitativas.
Así, la Reforma Laboral publicada el pasado 1 de mayo introduce la obligación para las organizaciones gremiales de tener representación proporcional de género en las directivas, pues únicamente 15% de los puestos nivel vicepresidencia o dirección están a cargo de mujeres.
Líderes mujeres destacan en el manejo de la pandemia
La desigualdad de salarios entre mujeres y hombres obedece también al hecho de que el trabajo de ellas es menos valorado. Además, suelen desempeñarse en labores diferentes a las de ellos.
Un ejemplo particularmente evidenciado a raíz de la pandemia lo encontramos en el sector salud. La ONU indica que siete de cada 10 profesionales del sector son mujeres, y que perciben 28% menos de ingresos que sus pares hombres. Por si eso fuera poco, en muchos casos tienen que realizar su trabajo en condiciones precarias, sin garantías de protección contra el covid-19.
En el caso específico de México, el mismo organismo apunta que de las 475 mil personas que se dedican a la enfermería, sólo un 15% son hombres. De esta forma, quienes están en primera línea combatiendo al virus son mujeres.
Y también son mujeres las cabezas de gobierno de países que han sido reconocidos por su gestión de la crisis sanitaria, incluso por la ONU. Ellas son Jacinda Ardern, Mette Frederiksen, Tsai Ing-wen, Katrín Jakobsdóttir, Sanna Marin, Angela Merkel y Erna Solberg.
Medios como Forbes, The New York Times, The Guardian, France 24 y El País les han dedicado páginas, sin dejar de subrayar que 90% de las “sillas presidenciales” del mundo las ocupan hombres.
Un estudio de las universidades de Liverpool y Reading, tras analizar la actuación de 194 países frente a la pandemia, concluyó que aquellos presididos por mujeres han obtenido resultados “sistemática y significativamente mejores”.
Estrategias tan distintas como efectivas
Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, tomó medidas tempranas y estrictas no para aplanar la curva, sino para eliminarla. Fue el primer país que dejó de registrar nuevos casos, mientras en la mayoría de los países los contagios se disparaban exponencialmente. A la fecha suma 65 muertes por Covid-19, de acuerdo con las estadísticas de la universidad Johns Hopkins.
En Dinamarca, Mette Frederiksen reaccionó cerrando fronteras sin esperar a que los demás gobiernos lo hicieran. Al tener bajo control la pandemia, en septiembre pasado se convirtió en la primera nación de la Unión Europea en eliminar toda restricción por Covid-19.
Tsai Ing-wen no tardó en implementar más de 100 medidas para frenar los contagios en Taiwán sin recurrir al confinamiento. Entre países comparables de la OCDE, los taiwaneses contabilizaron el número más bajo en casos y el segundo más bajo en muertes por cada 100 mil habitantes.
La clave del éxito islandés fue que Katrín Jakobsdóttir hizo pruebas al por mayor y estableció un sistema de aislamiento que le permitió no cerrar escuelas. Por lo tanto, además de no enfrentarse a rezagos en educación, registra 68 muertes en total.
Sanna Marin estaba tan prevenida para una crisis que Finlandia contaba con los suministros médicos y equipos necesarios para luchar contra el virus. En 2020, su economía se contrajo 6,4%, mientras que el promedio de la caída en la Unión Europea fue de 14%.
En Alemania, Merkel apostó por las pruebas antes que sus vecinos para una pronta identificación de casos que ayudará a frenar su expansión. Desde el comienzo del brote, esta nación ha registrado cifras más bajas que otros países de Europa Occidental en casos diarios. Su tasa de mortalidad es de 0,15 muertes por millón de personas; la de Francia es de 1.15 y la de España 2.19.
Lo que hizo Erna Solberg en Noruega fue actuar inmediatamente, sin titubeos, manteniendo una comunicación clara incluso con la población infantil. Alcanzó el 80% de la población con esquema de vacunación completo antes que otras naciones europeas, la universidad Johns Hopkins.
Así, a más de 100 años de reconocer las desigualdades entre mujeres y hombres en cuestión laboral, cada vez es más urgente crear políticas que aseguren la participación equitativa de ambos géneros en puestos de liderazgo.
Erradicar la discriminación en los lugares de trabajo, así como crear políticas de conciliación de la vida personal y profesional son tareas pendientes de gobiernos comprometidos con sus ciudadanos, dispuestos a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.