El problema con nuestras grandes ciudades es que en los últimos años han crecido de forma acelerada, desproporcionada, desordenada, desigual y sin una visión de largo plazo. En consecuencia, muchas personas que las habitan no cuentan siquiera con servicios básicos para una mediana calidad de vida, como son el suministro de agua potable, drenaje y construcción de vialidades.
En pocas palabras, nuestras ciudades tienen un problema de falta de planificación urbana y a partir de ello se desencadenan toda una serie de graves carencias. Por poner sólo algunos ejemplos: la falta de acceso a una vivienda digna dentro del núcleo urbano; un transporte público poco confiable y seguro; y una contaminación ambiental que está afectando la salud de los habitantes y abonando al cambio climático.
Sin lugar a dudas necesitamos urgentemente cambiar nuestra concepción de planificación, por una que nos coloque en el futuro y que al mismo tiempo dé solución a nuestros problemas más apremiantes.