Desigualdad, la madre de todas las crisis
María Fernanda Espinosa tiene más de 20 años de experiencia en negociaciones internacionales sobre paz, seguridad, derechos humanos, pueblos indígenas, igualdad de género, desarrollo sostenible, cambio climático y cooperación multilateral.
Para ella, la democracia va mucho más allá del acto de votar. Es la construcción del bien común, de una vida digna para todos. Y aunque una de las grandes creaciones de las Naciones Unidas es la declaración universal de los derechos humanos, vivimos en un mundo de desigualdades.
“Eres desigual porque eres mujer, porque perteneces a una cultura minoritaria en número, no en valor. Eres desigual porque practicas una religión diferente, porque tu piel es de un color distinto. Las desigualdades son múltiples, son formas de discriminación; lo peor que podemos hacer es naturalizarlas. No puede ser posible que el 1% más rico del planeta tenga más de la mitad de los recursos que existen”, sostiene.
Desde su punto de vista, no estaríamos discutiendo la ola de una nueva variante de Covid-19 si el acceso y la administración de vacunas fuera más equitativo y no reflejara, una vez más, las desigualdades.
Por otro lado, advierte que en Latinoamérica 8 de cada 10 ciudadanos, sobre todo menores de 30 años, no cree en los partidos políticos, y más de la mitad de la población mundial no confía en las instituciones. Una cuestión que considera grave ya que la convivencia como comunidad internacional se da a través de una serie de normas y reglas de coexistencia.
“¿Quién paga la cuenta de los efectos que ha tenido el confinamiento relacionado al covid, de los efectos del cambio climático? Todas esas expresiones o formas de desigualdad minan el contrato social, deterioran las democracias y afectan la convivencia. Es uno de los grandes males que debemos combatir”, señala.