Por KATHIA GARCÍA| 1/7/2022
México necesita moverse a alta velocidad en una dirección cada vez más sostenible. Ya que 8 de cada 10 mexicanos vivimos en ciudades y que más del 70% de la contaminación en éstas es causada por el transporte, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía, es momento de invertir más en ciudades orientadas al transporte.
Este tipo de urbes maximizan los beneficios del transporte público. Al mismo tiempo, promueven vecindarios seguros alrededor de las estaciones y redes bien conectadas para peatones y ciclistas. Son la respuesta a la expansión urbana insostenible y a la fuerte dependencia de los autos particulares.
“En México, uno de los retos más grandes que vamos a tener que afrontar en los próximos años es el tema de la movilidad sustentable. Tenemos que cambiar completamente el paradigma de cómo planeamos y diseñamos ciudades”, comenta Ana Espinosa, directora para Latinoamérica de SvN.
Como parte de esta empresa canadiense de urbanismo y diseño, en los últimos tres años Espinosa ha trabajado en Ontario Line, una nueva línea de metro con 15 estaciones. Con esa experiencia, ve en Monterrey la ocasión para redireccionar recursos y orientarse al transporte.
“Con las nuevas líneas de metro se pueden generar polos de desarrollo en cada una de las estaciones que se están planeando. Hay una oportunidad grandísima para la ciudad para realmente entender y darle una visión transformadora a esos polos creando comunidades compactas, densificadas de manera adecuada”, apunta.
Metrorrey como oportunidad de reordenamiento territorial
En 1991 Monterrey inauguró su primera línea de metro, integrada por 17 estaciones. En las tres décadas que han pasado desde entonces, se construyeron dos líneas más en la ciudad. Y este año se anunció el proyecto para las líneas 4, 5 y 6.
Serán líneas elevadas, que sumarán 41 kilómetros de recorrido y 41 estaciones, para las que se destinará una inversión de 26 mil millones de pesos. Todo esto como parte de la reestructura del transporte público en la capital de Nuevo León.
De acuerdo con la Estadística de Transporte Urbano de Pasajeros del INEGI, 12.4 millones personas usaron el transporte público en Monterrey en febrero de 2022. Dos millones menos de lo reportado en Guadalajara y casi 100 millones menos que en la Ciudad de México.
De los regiomontanos que se trasladaron en transporte público, 9.7 millones usaron el Metrorrey, 1.8 millones el Transmetro y más de 800 mil el Metrobús. Sin embargo, la ciudadanía demanda más y mejor infraestructura para realizar sus traslados.
“Ahorita y en los próximos años habrá muchas inversiones en cuanto a infraestructura de transporte. Para 2050, 68% de la población vivirá en ciudades, entonces hay una gran demanda por hacer un ordenamiento territorial mucho más planeado. Invertir en transporte puede generar una mejor visión a futuro”, asegura Ana Espinosa.
La movilidad sustentable detona ciudades orientadas al transporte
Las ciudades orientadas al transporte se diseñan a partir de ocho principios: caminar, pedalear, conectar, transporte, mezclar, densificar, compactar y cambiar. Tres ejemplos son Copenhague, Denver y Hong Kong.
De esta forma, exigen desarrollar vecindarios que promuevan la caminata, darle prioridad al transporte no motorizado y crear redes densas de calles. Además, promueven el uso de suelos mixtos, optimizan la capacidad del transporte público, apuestan por viajes cortos y regulan el estacionamiento en las calles.
“En muchos lugares del mundo existen modelos de ciudades llamadas DOT, donde se reducen los tiempos de traslados. Eso es muy importante para la movilidad sustentable. Es muy parecido al concepto de ciudades de 15 minutos, donde la gente pueda vivir, trabajar y realizar todas sus actividades sin que el traslado les lleve más tiempo. Generas una comunidad más sustentable y creas muchas mejoras”, señala Ana Espinosa, arquitecta paisajista y diseñadora urbana.
Transporte público para ciudades compactas y densas
En las ciudades mexicanas el transporte público se queda corto frente a las necesidades de sus habitantes. Falta de recursos para el mantenimiento, vehículos viejos, unidades insuficientes… las razones son múltiples.
Además, la gente tiene que recorrer distancias largas para realizar las actividades de su vida diaria. Esto aumenta el uso del automóvil, el tráfico y, con ello, la contaminación.
En 2019, la plataforma de Big Data Sin Tráfico reportó que en la Ciudad de México cada ciudadano pierde 146 horas al año en el tráfico. En Toluca 117, en Puebla 114, en Monterrey 113, en Acapulco 112, en Guadalajara 98 y en Querétaro 94.
Por otro lado, la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía indica que el transporte es el sector de mayor consumo de energía a nivel nacional. La alternativa más viable, entonces, es el transporte público dado que traslada a un mayor número de personas en menor espacio y con menos energía.
“Nosotros estuvimos trabajando en un plan de acción regional para Sinaloa. Estudiamos cómo diferentes regiones van a crecer en los próximos años, y es importante que los planes maestros de transporte generen visiones transformadoras. Existe mucha oportunidad tanto para el sector público como para el privado”, subraya Ana Espinosa.
En su opinión, la pandemia nos permitió reflexionar sobre cómo queremos vivir. De ahí que las ciudades orientadas al transporte se estén retomando activamente en Latinoamérica. Actualmente resultan absolutamente necesarias.
“Lo que tenemos que hacer como profesionistas es ofrecer posibilidades. Si la población no tiene opciones para hacer traslados más eficientes y cortos, pues no puede hacer mucho”, observa.
Así, ya no hay forma de que el transporte en las ciudades no se diseñe a partir de una visión sostenible. Usar energías renovables, disminuir distancias y tiempos de viaje, y contar con redes de infraestructura en calles seguras y equipadas, mejorará realmente la calidad de vida de la creciente población urbana.