Por STAFF ENTORNO Y FUTURO | 1/9/2022
A nivel mundial el mayor emisor de gases de efecto invernadero es el transporte, en un 70% terrestre, de acuerdo con el Parlamento Europeo. Por ello, para 2035 la Unión Europea se ha propuesto vender sólo vehículos eléctricos. Algo que en México no tiene fecha.
“El transporte eléctrico donde más sentido hace es en el transporte público. En un autobús tienes un montón de sitio para poner una batería y transporta muchísima gente. Un autobús eléctrico a lo mejor cuesta un millón de dólares y uno convencional 200 mil dólares, pero sale muy bien el costo a la larga”, dice Manuel Vergara, director general de Pireos Capital, empresa que promueve el desarrollo de proyectos sostenibles.
“El problema es que el transporte público suele estar muy subsidiado. El gobierno tiene que invertirle”, añade.
En noviembre de 2021, la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos señaló a la Ciudad de México como ejemplo de impulso a la electromovilidad. Reconoció la construcción de las líneas 1 y 2 del cablebús, así como la compra de 129 autobuses con motor de baja emisión y 63 trolebuses eléctricos.
El plan del gobierno capitalino es que en 2030 los autobuses eléctricos representen 18% de la flota.
“Necesitamos que la Ciudad de México sea pionera y que todo el transporte público sea eléctrico. En Londres todos los double-deckers son eléctricos, pero ahí la gente paga el transporte. El subsidio es un freno a la adopción de estas tecnologías”, indica Manuel Vergara.
Asimismo menciona a Santiago de Chile como líder en Latinoamérica, con varios cientos de autobuses eléctricos del fabricante chino BYD.
“Fue un esquema muy interesante porque una empresa italiana les dijo: no me pagues el camión, solo cómprame la energía para cargar el camión a tal precio. El gobierno invirtió poco”, comenta.
Hablar de vehículos eléctricos es hablar de beneficios a largo plazo
En México hay más de 50 millones de vehículos, de acuerdo con el INEGI; es decir, 396 autos por cada mil habitantes. Un caso extremo es San Marino donde hay más coches que personas (mil 600 autos por cada mil habitantes) o Finlandia, donde hay el mismo número de ciudadanos que de vehículos, reporta la Organización Mundial de la Salud.
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Del total de vehículos en territorio mexicano, 75% son autos, 23% transporte de carga y 2% autobuses de pasajeros. El 35% está registrado en la zona metropolitana de la Ciudad de México, 32% en el norte del país, 18% en el sur oriente y 15% en el occidente Bajío.
La Asociación de la Industria Nacional de Autopartes estima que dicho parque vehicular tiene en promedio 15 años de uso, y que 10% está abandonado en la vía pública.
En cuanto a vehículos eléctricos, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz informa que en los dos últimos años se vendieron 2 mil 995 unidades en el país.
“Siempre dicen: es que un vehículo normal es más barato que uno eléctrico. Pero no tienen en cuenta el costo de las externalidades. En la Ciudad de México cada año se atiende a un millón de personas por problemas respiratorios asociados a la mala calidad del aire. Mucho de ese gasto va al seguro social, entonces lo pagamos todos. Además, el mantenimiento del coche eléctrico es 70% más barato. A largo plazo ahorras y es una oportunidad de negocio. Pero la gente es cortoplacista. Una solución podría ser ponerle un battery pack a un carro viejo y convertirlo en eléctrico. Lo harías por menos de 100 mil pesos, no contaminarías y le darías una segunda vida a tu coche”, explica Manuel Vergara.
Baterías, el epicentro de la movilidad eléctrica
Manuel Vergara, físico de profesión, ha desarrollado proyectos de energía solar y almacenamiento de energía en España, Alemania, Brasil, Ecuador y Estados Unidos. En 2015 lo nombraron director general de Tesla México, y se enorgullece de haber implementado la primera infraestructura de carga eléctrica en México.
“Pusimos una red de súper cargadores para unir la Ciudad de México con Acapulco. Fue una gestión con el gobierno de Morelos, cuando Graco Ramírez era el gobernador”, asegura.
Dos de sus proyectos actuales con Pireos son cambiar la flota vehícular de una empresa de mensajería en la Ciudad de México y de una embotelladora en Monterrey, por vehículos eléctricos. Además, poner infraestructura de carga donde ambas compañías lo requieran.
Sin embargo, los autos eléctricos no están exentos de crítica. Se habla de que la extracción de materias primas necesarias para las baterías, su procesamiento y la cadena de suministro no son sostenibles.
“Las primeras baterías eran de litio combinado con níquel, cobalto y manganeso. El cobalto es súper venenoso y súper escaso; se saca de minas en el Congo donde hay una dictadura, mano de obra infantil y malas condiciones para los mineros. Entonces, hay un montón de denuncias de derechos humanos. Las empresas están migrando a una tecnología sin cobalto, que es el litio ferrofosfato. Tiene otras ventajas: no arde ni explota, es reciclable y no contaminante. El tema ahora es la escasez de litio”, observa el directivo.
En su opinión, el litio es la única opción para las baterías debido a que tiene propiedades químicas que no hay en otros elementos. Una es su densidad de energía, pues en un volumen pequeño de litio se puede guardar mucha energía. Con otras tecnologías se necesitaría algo más grande y pesado, no adecuado para un carro.
Además, el litio no tiene memoria. De tal manera, si la batería está a la mitad de carga y la cargas al 100%, se puede descargar hasta cero y no hasta el punto donde se empezó a cargar.
“Si me preguntas en serio por sostenibilidad, el problema principal no es tanto el combustible sino los materiales con los que está hecho el carro: un montón de aluminio, plásticos y derivados del petróleo. En términos de sostenibilidad es un poco hipócrita decir que un auto eléctrico es sostenible por el hecho de ser eléctrico. Es menos contaminante que un auto de combustión interna, pero un auto sostenible sería uno que utilice materiales reciclados”, puntualiza Manuel Vergara.
Cada reto socioambiental, un área de oportunidad
Como una respuesta para abordar los problemas socioambientales, Manuel Vergara fundó la Universidad del Medio Ambiente (UMA) en Valle de Bravo. Forman agentes de cambio en preparatoria, licenciatura y maestría.
Mediante convenios con las universidades Kaospilot de Dinamarca y la Universidad Alternativa de Rumanía, o las organizaciones Regenesis Group y Biomimicry Institute, buscan una educación de impacto y vanguardista.
“Siendo socio, estudié en la UMA la maestría en Empresas Socioambientales. Mi tesis fue el proyecto Pireos: ¿cómo podía, con mi experiencia en energía, movilidad eléctrica y agua, poner mi granito de arena para resolver los problemas socioambientales de México?”, comenta Manuel Vergara.
Así nacieron las cuatro empresas que conforman Pireos. Pireos Capital trabaja con fondos de inversión, bancos y empresas que quieren invertir en este tipo de proyectos. El eje de Pireos Power es la energía solar y el almacenamiento de energía. Pireos Water se enfoca en recolección de agua de lluvia y potabilización. De movilidad eléctrica e infraestructura de carga se encarga Pireos Mobility.
“Me he dedicado a hacer negocios en el tema sostenible porque es lo que me mueve. Evidentemente si no hay utilidad, el negocio no prospera. Entonces, buscamos esa estructura de empresas desarrolladoras de proyectos combinadas con una empresa financiera para poder reducir la huella de carbono en serio”, puntualiza Vergara.
“En la UMA tenemos mapeados una barbaridad de problemas socioambientales en México. Los puedes hacer pasar de ciclo vicioso a ciclo virtuoso, generar trabajo, generar dinero y elevar la calidad de vida de la gente. Son una oportunidad de negocio que nadie estaba explotando”, concluye.
En específico, el problema de la contaminación ambiental causada por el transporte terrestre en México implica diseñar una estrategia de movilidad sostenible que contemple la adopción de vehículos eléctricos, principalmente para el transporte público. Una solución cuyos resultados se verán a largo plazo y, por lo tanto, es urgente implementarla cuanto antes.